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Es primavera, manos a la obra para devolverle a tu jardín o terraza todo su esplendor

Tener un jardín no significa necesariamente contar con cientos de metros cuadrados de tierra y césped, sino adecuar las dimensiones de nuestro terreno y diseñarlo siguiendo una serie de pautas. Lo primero, y es mejor hacerlo con tranquilidad y no a la ligera, es observar bien nuestro espacio. Orientación, luz solar que recibe, irregularidad del terreno, tipo de tierra…Todo eso nos condicionará a la hora de ir eligiendo vegetación y ubicación de las plantas. No es lo mismo un jardín que recibe más luz solar de la mañana que otro orientado al poniente; ni terrenos con buen drenaje que otros en los que se acumulan bolsas de agua. Por eso, partamos de ese análisis.

Pero no dejemos de lado conocer bien el clima en el que estamos. El mantenimiento y, sobre todo, la elección de la vegetación, van a venir también muy determinados por el mismo. Por mucho que nos gusten las plantas tropicales, si vivimos en un pueblo serrano, poco o nada vamos a poder hacer para que nuestras flores tengan siempre un aspecto fantástico. Instalar o no un porche, hacia donde orientarlo… todas esas decisiones también dependerán del clima.

Lo de tener un jardín al que dedicarle nuestros ratos de ocio está muy bien. Pasar una mañana cortando flores, abonando, regando…puede ser muy relajante pero, ¿realmente tenemos tiempo para hacerlo? La teoría nos dice que si, pero luego los niños empiezan con los partidos de fin de semana y tenemos que llevarlos, los amigos nos llaman para irnos de cañas, o el grupo de lectura ha organizado un viaje a la casa museo de nuestro escritor preferido y…otro fin de semana que no podemos atender nuestro jardín. Por eso, seamos realistas, y diseñemos nuestro terreno teniendo en cuenta el verdadero tiempo que le vamos a poder dedicar (y si nuestra economía nos permite poder delegar en alguien). Por eso, si no vamos a disponer del tiempo que cada cosa necesita para su cuidado, olvidémonos, por ejemplo, de setos a los que hay que estar constantemente retocando, o plantas con muchas flores, y decantémonos por plantas verdes y típicas de la zona.

Para distribuir el espacio del jardín debemos pensar a qué queremos destinarlo. Pensemos en una casa en el campo, un chalet…podemos dividir el jardín en zona para estar, con mesa y sillas; zona de barbacoa (que puede ser de obra); un pequeño huerto; césped; espacio de juego para los niños…quizá queramos una fuente decorativa o un cenador. Nuestro consejo es que lo anotemos y distribuyamos mentalmente, para, después, poderlo desarrollar en un plano. Todos estos aspectos determinarán el diseño. Si hay niños pequeños, el césped es ideal porque resguarda más en las caídas, pero si son muy revoltosos, lo mejor es destinar una zona no especialmente cuidada para que campen a su gusto. Para casas donde hay animales, mejor piedras, y si somos de los que disfrutamos actuando de anfitriones y recibiendo siempre en casa, debemos destinar un espacio para esas reuniones eternas en las noches de estío.

El estilo que le queramos dar a nuestro jardín dependerá de si queremos que guarde armonía con el resto de la decoración de la vivienda o si, por el contario, preferimos que sea más rompedor. En cualquiera de los dos casos, dentro del propio jardín sí debe guardar cierta uniformidad. Si nos gustan jardines más frescos y naturales optemos por el clásico o mediterráneo; si nos va lo exótico, un frondoso jardín árabe con flores y plantas aromáticas, o uno zen, más relajante.

Seguimos avanzando en el diseño de nuestro particular jardín. Las plantas elegidas, si son con flores buscan el sol, así que deben ubicarse en el lugar donde más rayos reciban. Podemos jugar con los muros y llenarlos de plantas, enredaderas que crecen rápido y aportan frescura. También podemos incluir en nuestra decoración floral macetas. Con ellas podemos modificar el aspecto de nuestro jardín – incluso si es un espacio pequeño- cambiándolas de lugar. Incluso hay plantas que cambian de color según la estación del año, del verde al rojizo según sea verano u otoño. Volviendo a lo apuntado anteriormente, para los casos en los que no disponemos de tiempo – ni somos muy duchos en el arte de la jardinería- los cactus son las plantas que más pueden ayudarnos a tener un bonito jardín, sus variedades son múltiples, no necesitan mucha agua y no requerirán de nuestras atenciones, más que lo justo.

Puede ser que unamos cada uno de los espacios en los que hemos dividido nuestro jardín mediante caminos y, estos, a su vez, que estén delimitados por piedras, baldosas (¿quién no recuerda El Mago de Oz?), gravilla, madera…

Pero un jardín puede ser también un espacio dedicado a la naturaleza en la terraza de nuestro ático. Obviamente, plantar césped no nos va a ser factible, pero sí lo será elegir macetas de estación, pequeños arbustos frutales, cultivar nuestro pequeño huerto o, como las últimas tendencias, disponer de nuestro propio jardín vertical, paredes en las que crecen plantas aportando ese frescor y color a nuestro balcón en medio de la ciudad. Eso sí, debemos tener cuidado con las humedades que puedan generarse al otro lado del muro.

Como ven, las posibilidades de llevarnos un trozo de la naturaleza a nuestra casa son variadas. Siempre en función de las posibilidades que ofrezca nuestro hogar y la disponibilidad nuestra para cuidarlo. Disponer de un jardín enorme, con diferentes espacios, terracita con macetas, o un patio con nuestro rincón verde preferido está en nuestras manos. No demoremos más el conseguirlo.