Publicidad

La chimenea, ese espacio singular -útil, decorativo y con su punto hipnótico- que podemos encontrar en muchos hogares tiene su origen en el mismo descubrimiento del fuego. Éste, desde su aparición entre los hombres, se convirtió en el centro de la vida en común. Dar calor, iluminar y cocinar fueron, y siguen siendo, las principales funciones del fuego. Pero su ubicación como centro generó también algunos problemas como qué hacer con el humo, entre otras cosas. Y aquí es donde aparece la chimenea. Los primeros datos que se encuentran de su existencia datan del siglo I después de Cristo. De ahí hasta nuestros días, mucho ha avanzado aquel pequeño receptáculo por el que dejar salir el humo del fuego desde la estancia hasta el exterior.
Aunque, puramente, chimenea es el tubo por el que asciende y se expulsa el humo, realmente conocemos como chimenea a todo el conjunto de hogar y fuste en el que se enciende y mantiene viva la llama y se deja salir el humo con su correspondiente olor.
Ahora, instaladas en muchas viviendas, especialmente- aunque no únicamente- unifamiliares o adosadas, las chimeneas guardan esa función primordialmente de calefacción, situándose también como punto de encuentro para una reunión familiar o de amigos, en la que la charla relajada se realiza en torno a un buen hogar.
Pero ahora ya no hablamos solo de chimeneas de leña. La oferta en el mercado abarca gran variedad de ellas. De éstas, de las de leña, no podemos dejar escapar algunos asuntos importantes a tener en cuenta, como la conexión a la salida humos por el techo o la pared, además de no tener cerca ningún elemento que pueda quemarse. Si nos fijamos en las chimeneas de bioetanol la principal ventaja es que pueden instalarse en cualquier lugar de la casa o piso, ya que no necesitan ni tiro ni extractor de humo, como inconveniente, debemos tener en cuenta que el bioetanol es más caro que el petróleo.
Las estufas de pellets, un combustible derivado de la madera, económico y fácil de transportar, tienen un gran inconveniente si vivimos en una comunidad de vecinos, ya que necesitan que los humos salgan por la cubierta del edificio. Para su funcionamiento debemos colocarlas cerca de un punto eléctrico. Son limpias y de fácil instalación, podemos aprovechar el hueco de la chimenea tradicional para ubicar una de pellets.
Si optamos por las chimeneas de gas no podemos olvidar que el gas es más caro que la leña, aunque son más limpias y cómodas. Por supuesto, su instalación debe correr a cargo de personas autorizadas para ello, contactadas a través de empresas instaladoras oficiales.
Por último, existen chimeneas eléctricas, sin duda, las más limpias de todas, también fáciles de instalar, pero la llama que se produce no tiene un aspecto muy realista, aunque en este aspecto también se avanza cada vez más buscando lograr el realismo de la llama de fuego.
Si ya hemos decidido el tipo de chimenea que se adapta a nuestras circunstancias y características de nuestra vivienda, pasemos a elegir el estilo que mejor encaja en la estancia en la que la vamos instalar.
Lo normal, lo más habitual, es que la chimenea se ubique en el salón o estancia principal. En ese lugar se convertirá en el centro de atención de la habitación, por lo que a partir de ella, realizaremos el resto de la decoración. La iluminación nos permitirá rematar el espacio, con luces cálidas que no supongan un marcado rompimiento con la luz que aporta la propia chimenea.
Sin embargo, podemos ser rompedores y situar una chimenea tradicional, con revestimiento de ladrillos, en una estancia totalmente minimalista, donde las líneas rectas y los colores neutros acompañen al punto caliente del salón.
Colocando la chimenea junto a un ventanal que nos permita divisar un paisaje típicamente invernal, el efecto es absolutamente encantador, toda una invitación a quedarse en casa leyendo, conversando, disfrutando de una película o de esa serie que nos tiene enganchados. Si esta imagen la decoramos con madera, el resultado no puede ser más perfecto.
Si las dimensiones de la estancia lo posibilitan, podemos instalar la chimenea en un muro que sirva para separar ambientes, combinando materiales y multiplicando espacios donde no los había.
Para instalar una chimenea podemos aprovechar casi cualquier espacio. Una esquina, por ejemplo, es buen lugar. Si la estancia la decoramos en tonos blancos y jugamos con la posición de espejos, podemos simular que añadimos metros a nuestra habitación.
¿Y si nuestra pared es oscura? El contraste entre un tono gris y el rojo anaranjado de la llama de nuestra chimenea va a aportar una calidez a la estancia, añadida a la que ya de por sí ofrece la fuente de calor.
Si somos definitivamente tradicionales, la chimenea podemos acompañarla de dos sillones también en líneas clásicas.
Articular los metros de la habitación con las dimensiones de la propia chimenea también nos va a posibilitar que podamos instalar este útil, decorativo y elegante elemento en estancias pequeñas, combinando, por ejemplo, el blanco y el negro, algo que no falla nunca.
Pero si quieres romper todas las reglas, hay diseñadores que nos ofrecen lo más vanguardista. Es el caso de Elemento 3 que convierte una mesa de centro en chimenea, dejando libre la pared. Un auténtico dos en uno. Por supuesto, en este caso, la chimenea debe ser de bioetanol, no de leña.
Las formas de las chimeneas también han cambiado. No tienen que ser cuadradas o rectangulares. Los diseñadores ofrecen grandes ideas como sugerir la chimenea como si de una flor se tratara, donde la llama sería el interior de la corola, o jugar con elementos que conviertan nuestra chimenea en un volcán…como podemos comprobar, nada está cerrado y romper todas las reglas está más que permitido.
Disponer de chimenea en casa tiene más ventajas que inconvenientes. Es un sistema de calor muy potente que incluso puede hacer llegar la calefacción desde el punto de calor al resto de habitaciones de la casa. En los casos de chimeneas de leña, son sistemas económicos que ahorran en electricidad, y que ayudan en casos de cortes eléctricos, no se pierde calor ni iluminación, incluso se puede utilizar para calentar comida.
Las chimeneas son decorativas y contemplar el fuego aporta una gran sensación de tranquilidad y relax. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado en el momento de encenderla, vigilar la proximidad de objetos que puedan prender con una chispa que salte y vigilar que el tiro funcione a la perfección para evitar intoxicaciones por humo que puedan dar resultados fatales. También debemos tener un espacio cerrado donde guardar la leña, tengamos en cuenta que suelta polvo y puede ensuciar el salón, y nunca en el exterior, ya que la lluvia la va a humedecer y nos la va a dejar inservible.
En verano también podremos utilizar nuestras chimeneas, como un espacio decorativo, situando en el hogar macetas o velas. Versatilidad ante todo.
En definitiva, las chimeneas como fuente de calor para estos días que se avecinan de bajas temperaturas o como elemento decorativo sugieren espacios donde compartir momentos agradables. No nos privemos de ello.